Muchos Avemarías y Padrenuestros
Ave María purísima
Sin pecado concebida
Así empieza todo. Ser sacerdote durante 37 años me ha llevado a conocer las historias más surrealistas y extrañas que uno pueda imaginar: infidelidades, atracos, asesinatos y robos, si algún día decidiera escribir un libro, me faltarían páginas. El confesionario, un habitáculo de madera y viejo, el lugar donde tantos pecados he escuchado e impuesto innumerables penitencias. Desconozco cuántos avemarías y padrenuestros han tenido que rezar los feligreses.
Ave María purísima
Sin pecado concebida
Cuéntame, hija
Carmen siempre viene los sábado, es una de las creyentes más impías que viene a esta santa iglesia, ha pecado tanto que ya no sé qué penitencia ponerle. Ha engañado a su marido, José, esto sí que es nuevo. Se ha acostado con el amigo de su esposo, y aunque lo siente mucho, no parece muy arrepentida, estoy seguro de que volverá el próximo sábado a decirme que lo engañó otra vez. Ladrona e infiel, esta mujer tiene una vida llena de pecado. Me pregunto por qué la gente se casa si luego hacen estas cosas, pero pensándolo bien, si no lo hicieran, yo apenas tendría trabajo y además sería muy aburrido.
Hija mía, ¿por qué lo hiciste? No, no es excusa que tu marido nunca esté en casa, le debes fidelidad. Lo importante es que pareces arrepentida y Dios todo lo sabe, recuérdalo hija mía. Solo puedes compartir tu lecho con tu esposo, así lo quiere nuestro Señor. ¿Hay algo más que quieras confesar, hija? De acuerdo, como penitencia tienes que rezar quince avemarías y diez padrenuestros, no me mires así, que el pecado es muy grave. Puedes ir en paz.
Recuerdo la primera vez que vi este confesionario, pensé que era muy viejo y que pronto tendríamos que cambiarlo, me equivoqué. Cuando yo ya no esté, este habitáculo seguirá escuchando los pecados y penitencias de los creyentes. Consta de dos puertas, una por la que entran los feligreses y se arrodillan frente a la rejilla, para proteger así su identidad, y otra por donde entro yo, hay un cojín de color púrpura para estar cómodo durante el sacramento de la reconciliación.
Ave María purísima
Sin pecado concebida
Cuéntame, hijo
Por la voz… ¿es Jose? ¿El marido de Carmen?, el no suele venir a misa y mucho menos a confesarse. Jose se acostó con su amigo, el mismo hombre con el que se acostó Carmen. ¿Es una broma? A veces creo que la gente viene a confesar pecados inventados por aburrimiento, no son verdaderos cristianos. Resulta que estaba borracho, apenas se acuerda de nada y encima su amigo se llama Jesús, lo que faltaba.
¿Cómo que te acostaste con tu amigo, hijo de mi vida? Pero tú eres.... bueno, si te acuestas con un hombre… ¿Qué quieres que piense? Sí, el alcohol te hace cometer locuras, hijo, pero hay que saber controlarse, que el demonio acecha por las esquinas. No, por supuesto que no se lo contaré a nadie, esto queda entre tú, yo y el Altísimo. Recuerda, tienes a una mujer que te quiere, no la hagas sufrir. Como penitencia tienes que rezar diez avemarías y veinte padrenuestros, puedes ir en paz. ¿Por qué no te marchas?¿Que no te sabes las oraciones ? Bueno, reza conmigo…
Los sábados apenas salgo del confesionario, paro cuando es la hora de la eucaristía, los pecadores no dejan de venir, ¿por qué hay tantos?
Ave María purísima
Sin pecado concebida
Cuéntame, hijo
No reconozco la voz de este hombre, ¿es la primera vez que viene a la iglesia? Sí, ya decía yo que no lo conocía. Apenas puedo verle a través de la rejilla, entiendo que la pusieran para salvaguardar la identidad del penitente, pero a veces es difícil reconocer las voces y acordarse de la historia de cada uno, voy a poner una queja. El hombre se llama Jesús, que casualidad…Aun estando cerca de la rejilla me cuesta escucharle, parece avergonzado.
Hijo mío, si no hablas un poco más alto no te voy a entender, cuéntame, nadie nos escucha, salvo Dios. ¿Qué te acostaste con una mujer? … Ya veo, fue algo de una noche… ¿Que también te acostaste con un hombre?… ¿Que usaste preservativo?... Hijo de mi vida, la penitencia no hace más que aumentar, eres preso de la lujuria. ¿Estás arrepentido? Me alegro de que los estés, así Dios podrá perdonarte. Tienes que rezar 30 Avemarías y 25 Padrenuestros, no te quejes, Jesús, corto me he quedado con todo lo que te has cebado. Puedes ir en paz, ¡ah! Y deja también algo de dinero en el cepillo, que hace falta barnizar el confesionario.
A veces, en la soledad del confesionario, pienso si elegí bien al ordenarme sacerdote... Pero me aburriría mucho sin poder escuchar los pecados de los creyentes, y ese es mi pecado.